miércoles, 19 de marzo de 2008

ANTES: FICHA TÉCNICA “SER Y TENER”
Producción: Maia Films, Arte Franco Cinema, Les Films D'ici y Le Centre National de Documentaion PédagogiqueProductor: Isabelle Pailley SandozFotografía: Katell Djian y Laurent Didier (Color)Montaje: Nicolas PhilibertMúsica original: Phillipe HersantIntérpretes: El maestro Georges López y sus alumnos Alizé, Axel, Guillaume, Jessie, Johan (Jojo), Johann, Julien, Laura, Létitia, Mario-Elizabeth, Nathalie y Olivier.



Ser o tener es un sencillo documental acerca de un curso académico en la escuela rural de Saint Etiene sur Usson (Puy-de Dôme), en el corazón de Auverne. Explicaciones, ejercicios, exámenes, recreos, altercados entre alumnos, alguna excursión... La historia es en realidad un mosaico formado a partir de pequeños fragmentos sin ánimo de sentar cátedra ni establecer teorías, tan sólo de mostrar el día a día en un lugar recóndito donde todo el mundo se conoce y donde la educación apenas cambiará el destino prefijado de los niños, que acabarán heredando el negocio paterno o cultivarán la misma tierra que sus antepasados. Mientras en la escuela se esfuerzan por aprender la regla del tres o por mejorar su francés, en sus casas conducen tractores, dan de comer a las vacas y se comportan como pequeños hombrecitos y pequeñas mujercitas capaces de realizar cualquier tarea. Sólo a la hora de hacer los deberes vuelven a ser niños de verdad a quienes sus padres les dan algún cachete cuando pierden la paciencia porque no entienden un ejercicio o no les salen las cuentas como debieran.Salta a la vista que Nicolas Philibert prescindió por completo de los efectos dramáticos para dirigir el film. Cuando una situación puede contribuir a crear una imagen demasiado obvia, se corta. Nada de trucos. Nada de retórica. El impacto del film proviene del inmediato reconocimiento de muchos espectadores en los rasgos más comunes de los niños que aparecen en el encuadre y no en sus cualidades excepcionales, porque ninguno se sale de lo normal. Algo parecido somos nosotros.Ninguno de los estudiantes que aparecen en SER Y TENER se dirige a la cámara, tampoco sus padres. Existe en todo momento una especie de respeto hacia el proceso que quiere describir la cámara. Esto explica el distanciamiento de los encuadres, en especial cuando algunos de los alumnos llora, y el tempo de cada plano. Aquí no estamos ante un producto dramático, sino ante la vida. Eso explica que a menudo no haya explicaciones con respecto a algunas situaciones. Si un alumno le pega a otro o si una alumna se emociona al hablar con el maestro a final de curso, poco antes de que ella abandone la escuela para irse al año siguiente al instituto, la cámara apenas insinúa lo que ha sucedido y las consecuencias.También durante la despedida del maestro, cuando queda solo en el aula después de que los alumnos se hayan ido con sus padres para disfrutar de las largas vacaciones de verano, la cámara no se permite crear una situación dramática; es el espectador quien lo hace, porque todo le resulta demasiado familiar. Incluso la música, tan dosificada que casi siempre coge al espectador con la guardia descuidada, tiene una extraña intensidad a pesarde su brevedad. Pocos datos se nos dan sobre las familias de los muchachos. Ricos o pobres, los Chamimbaud, los Dujardin, los Garrido, los Rochés y los Thouverin les serán cercanos a casi todo el mundo, porque casi todos nosotros los hemos conocido con otros nombres. A quien, sin embargo, no conocíamos es al maestro. Por eso él mismo nos cuenta parte de su historia: hijo de un exiliado español, sintió desde muy pequeño la necesidad de ser maestro por sus padres, que fueron trabajadores itinerantes, y por sí mismo. Tenía que pertenecer a algún lugar.Llegó un día a la escuela donde le vemos al principio de SER Y TENER y allí decidió quedarse durante veinte años. Ahora está a punto de jubilarse. Dentro de un año y medio se irá. Lo importante es que para él esos veinte años, y su vida dedicada a la enseñanza, fue un periodo en el que consiguió arraigar en un lugar concreto, para ver crecer en él a la naturaleza y a sus moradores, para ver cada año a los niños que en el futuro mantendrían aquel recóndito lugar de la Tierra con vida, niños eternos que se renuevan de forma constante, pero que nunca dejan de estar ahí, como nosotros.

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